1. Mejora del estado de ánimo
- El
ejercicio estimula la liberación de endorfinas, dopamina y
serotonina, neurotransmisores que generan bienestar.
- Estos
químicos alivian los síntomas de depresión y ansiedad, dos de los
principales factores de riesgo para el suicidio.
2. Reducción del estrés y la ansiedad
- La
actividad física activa el sistema nervioso parasimpático, lo que
ayuda a calmar la mente.
- Contribuye
a una mejor gestión emocional, reduciendo la carga mental que puede llevar
a pensamientos suicidas.
3. Mejora de la autoestima y autopercepción
- Practicar
ejercicio regularmente fortalece la imagen corporal, la confianza en uno
mismo y el sentido de logro.
- Esto
disminuye sentimientos de inutilidad o autodesprecio, comunes en personas
con riesgo suicida.
4. Fortalecimiento de las redes sociales
- Participar
en actividades físicas grupales (como deportes, caminatas, clases) fomenta
la integración social.
- Sentirse
parte de un grupo y tener apoyo social reduce la sensación de
aislamiento, un factor crítico en la prevención del suicidio.
5. Estructuración del tiempo y hábitos saludables
- El
ejercicio fija rutinas saludables que dan estructura al día.
- Ayuda
a mejorar el sueño, el apetito y otros aspectos físicos que influyen
directamente en el estado mental.
6. Distracción positiva de pensamientos negativos
- Al
enfocarse en el cuerpo y en la actividad, la persona puede romper
ciclos de pensamiento rumiativo o autodestructivo.
- Funciona
como una forma de catarsis emocional o escape temporal del malestar
psicológico.